Venerando a la Diosa en el sur de India

Woman at palace

Hace cuatro meses empecé un círculo de mujeres. El círculo se convirtió en poco tiempo en un refugio que nos une todos los meses bajo el signo de la luna llena. En nuestro primer encuentro, comenzamos un trabajo muy rico con el mazo de cartas creado por Silvia Selowsky llamado El oráculo de las Diosas. Cada diosa trae un mensaje y está en cada persona interpretar de que modo quiere aplicar lo que ella viene a decirle.

Las cartas están hermanadas con un precioso libro que detalle el origen y el significado de las 28 diosas que eligió Selowsky para formar parte de su panteón. Son diosas de la historia Europea clásica, de los pueblos originarios de Norteamerica, Centroamerica y Sudamerica, de culturas antiguas de Asia y de Africa. Sumergirnos en los mitos y mensajes de las diosas ha sido un viaje extraordinario para cada una de las que formamos parte del círculo.

Cuando me di cuenta que mi viaje a India coincidía con Navaratri, el festejo Hindú centrado en las deidades femeninas, no me pareció casual. Con muchas ansias de vivir en persona una ceremonia que honra al sagrado femenino comencé el largo viaje a Thiravananthapuram o Trivandrum, el nombre que le pusieron los ingleses.

Navaratri se celebra en varias regiones de India durante nueve días con pujas (rituales), procesiones y ceremonias. Se honra a la Diosa Suprema a través de sus muchas manifestaciones, especialmente Durga, Laskhmi y Sarasvati. Durga es la diosa guerrera que destruye los demonios internos, Lakshmi concede la abundancia y la prosperidad y Sarasvati trae sabiduría, inteligencia y creación. Todas son aspectos de una misma energía femenina que destruye, nutre y crea, simbolizando el ciclo de los procesos humanos y la vida eterna.

Cerca de donde me hospedé hay un templo llamado Padmanabhaswami, que podemos traducir elegantemente como “el guru del loto en el ombligo”. Se llama así porque está dedicado a la figura del dios Vishnu en su forma reclinada. Vishnu está recostado en un estado de relajación y tiene la simbólica flor de loto que crece desde su tercer chakra, ubicada en la zona del abdomen.

El templo es una torre blanca de siete pisos cuyas paredes están esculpidas en un diseño elaborado de deidades, demonios y diversas figuras mitológicas. Se dice que es uno de loWoman Padmanabhaswamys templos con mayores riquezas del mundo. Que hay monedas, lingotes, joyas y ornamentos que fueron escondidos en criptas en sus profundidades a lo largo de varios siglos.

Al lado del templo Padmanabhaswami está el viejo palacio del Maharaja, el antiguo príncipe de toda la región sur de India. Es en este palacio donde cada Octubre, durante los festejos de Navaratri, crean otro templo menor, un templo transitorio, en honor a la diosa Sarasvati.

Sarasvati es la diosa de las artes y la sabiduría en el Hinduismo. Ella es esa energía de creación que se vincula a la música, la danza y las letras. Es la inteligencia en su forma mas alta y también la que simboliza la belleza femenina. Se la veneraba en tiempos antiguos como diosa de los ríos y símbolo todo aquello que fluye.

Antes de la salida del sol, antes de que las calles de la ciudad se pueblen de tuk-tuks, autos, buses, vacas, perros y cientos de personas—llegamos al templo de Sarasvati para tomar parte de un ritual muy especial.

Dejamos nuestras sandalias afuera entre decenas de pares de ojotas que descansan sin sus dueños, al costado de la calle. Las mujeres que están en pantalón se cubren con un shal o una pollera— no está permitido entrar al tempo con las rodillas expuestas.

Sarasvati at oceanUn pasillo oscuro al costado de la nave central del palacio lleva de pronto a un patio al aire libre. Varios ayudantes ordenan a lo devotos, indicando por donde se debe pasar. Dos músicas distintas alegran el ambiente: un mantra tipo pop que suena a todo volumen desde enormes parlantes y otros mantras mas suaves que cantan tres sacerdotes dentro del templo. La música se intercala con los murmullos del centenar de personas que ya está adentro.

Ya hay dos largas colas de hombres, mujeres, niños y bebés que vienen a rendirle tributo a la diosa. Algunos van rezando y cantando, con las manos cerca de la frente, unidas en anjali mudra. Otros caminan en silencio. Las mujeres con sus largos saris de tonos vibrantes forman un hermoso cuadro debajo de los techos tallados del templo desde donde cuelgan miles de guirnaldas de flores blancas, amarillas y rojas. Hasta los pilares mismos del palacio han sido decorados con flores. Se respira un ambiente de celebración entre los colores y los aromas a incienso y flores. Viejos y jóvenes, hombre y mujeres, todos avanzan, los cuerpos pegados uno a otro, empujando para acercarse más a la reina de este templo: una pequeña estatua de Sarasvati.

La estatua que se venera en este templo llegó a lomo de un elefante pocos días antes. Todos los años, ella llega desde muy lejos, algunos dicen de un sitio secreto dentro de la jungla, traída a lomo de elefante para ser idolatrada durante Navaratri.

Esta mañana se lleva a cabo un curioso ritual, el abishekam. Esa madrugada, antes de ser colocada en su altar, la estatua es exhibida en uno de los pasillos centrales que da al patio. Allí nos colocamos los fieles, sentados sobre la tierra para observar la ceremonia.

Los pujaris, sacerdotes que llevan a cabo el puja o ritual, comienzan un proceso de limpieza que dura unos 30 minutos. En cada etapa, la diosa es bañada con ingredientes donados al templo por la comunidad. El pujari vierte leche por encima de la cabeza de Sarasvati, balde tras balde. Una vez que termina con la leche, la seca minuciosamente, lustrándola con un trapo hasta que la estatua brilla. Luego sigue con agua de coco, echando el agua una y otra vez y nuevamente sigue con el secado. Después viene el ghee, una grasa láctea, que cae lento por la figura de la estatua y la cubre de una capa amarillenta y espesa.

Sigue el ritual que también puede incluir el aceite de sésamo, agua de rosas y otras libaciones como la miel. Vez tras vez, la estatua es bañada y luego lustrada con suma dedicación y devoción. Al lado, tres músicos se turnan para cantar en cadena un mantra, como una larga plegaria. Desde el patio, sentados sobre la tierra o parados en línea, los devotos estiran los cuellos para observar con intensa atención todo el proceso.

Dicen que al presenciar un abishekam, uno también pasa por una limpieza y nutrición. El microcosmos del ritual es un reflejo de lo que ocurre en un nivel macrocósmico y todos somos purificados con solo estar presentes.

Al terminar la purificación los pujaris adornan a la estatua con las guirnaldas que hemos llevado los devotos. Le colocan una luego otra luego otra hasta que la estatuita de Sarasvati tiene tantas flores colocados alrededor y sobre ella que hay solo un agujero adelante por donde apenas se puede divisar la cara.

Una vez que está limpia y adornada, Sarasvati es colocada sobre su altar, donde estará compañada por un pujari durante todo el día y la noche. Recibirá las plegarias y los mantras de cientos de devotos, que fluyen frente a ella como un suave río por horas y horas, días y días.

Esa mañana salgo del templo con una sensación de bienestar suave y me coloco delicadamente las sandalias, como si fuesen esas guirnaldas que decoraban a la estatua. La música de los mantras, los murmullos de las mujeres, el aroma de las flores actuaron como un bálsamo. El ritual como un proceso meditativo. Salgo caminando mucho más liviana que al entrar.

Las diosas hablan a veces en voces casi imperceptibles pero sus olas de expresión calan hondo en lugares muy profundos.

Me at Palace_offering

 

6 pensamientos en “Venerando a la Diosa en el sur de India

  1. «Las diosas hablan a veces en voces casi imperceptibles pero sus olas de expresión calan hondo en lugares muy profundos»

    Sí ;Bendita YOGANIMA:y su Abishekam

    me ha lavado de mucha ignorancia…

    OMNAMASHIVAYA.Gracias.

    Es preciosa su memoria histórica.

    Felicitaciones a usted[🔱]
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